
*
De un tiempo a esta parte he desarrollado un especial interés en las tierras, culturas y filosofías orientales. Ya de pequeñita me encantaba documentarme sobre Egipto, sus gentes, su historia… y esa atracción por las pirámides y sus “habitantes”.
Ahora, sin embargo, me llama mucho la atención todo lo que se refiere a la cultura y filosofía hindú.
Este interés es debido, en parte, a un buen amigo que conozco hace un par de años y que me sorprendía a menudo con sus cartas, cargadas de optimismo y ganas de vivir. Yo le llamo cariñosamente "mi gurú de la alegría", y es que siempre le ve la parte positiva a todo. En los últimos meses he tenido el privilegio de conocer a un par de amigos más que han visitado la India y otros países orientales, y debe ser realmente cierto que visitarles, conocerles y recorrer su tierra te cambia la vida, porque ellos tienen la facultad de cambiármela a mí, o como mínimo, de contribuir en gran medida a hacérmela un poquito más feliz.
La cuestión es que, en el último mes, he decidido "redecorar" mi vida en muchos aspectos, y entre ellos está el de incorporar elementos orientales a la decoración de mi hogar. Durante muchos años la decoración colonial ha sido mi preferida,por la calidez que proporciona el mobiliario de maderas nobles y la suavidad de las cortinas y tapicerías confeccionadas con tejidos naturales. Sigo manteniendo ese ambiente en gran parte, pero he añadido enseres y complementos de estilo oriental, que aportan colorido y alegría a mi renovado "Feng shui"(de esto os hablaré en otra ocasión).
Y comentaba todo esto, a cuento de que ayer, mi amiga Mar y yo decidimos tomarnos una de nuestras ya típicas tardes-noches de sábado para disfrutar del amplio comercio barceloní y cenar tranquilamente hablando de nuestros sueños, proyectos y todas aquellas cosas que un lejano día hicimos y jamás volveremos a repetir.
La "expedición" tiene comienzo en la maravillosa tienda de productos naturales a la que soy adicta, Essencial Mediterráneo. En ese oasis de aromas y untuosas cremitas me siento renacer! Seguidamente nos adentramos en el excitante mundo del té, en el que 365 maravillosas variedades inundaban nuestras pituitarias y hacían agua nuestro paladar a cada "flop" del abrir de tapa que el señor comerciante tuvo la gentileza de dedicarnos.
Y como no podía ser de otro modo pululamos por varias tiendas de ropita perfecta, zapatos de plataforma y esas bonitas tiendas de complementos de la India, donde Mar estuvo a puntito a puntito de comprar su ansiado cuenco tibetano, pero acabó saliendo de allí con más cascabeles que una manada de gatitos de casa bien. Qué mona va a estar ella este verano con su blusón ibicenco y sus cascabelitos tobilleros... que tiemble la spiaggia!!!
Ya anochecía, y tras meditadas deliberaciones decidimos buscar un pequeño restaurante que me habían recomendado unos amigos, en el que parecía ser que servían unas fondues exquisitas, y a mí me encanta la fondue. Llegamos sobre las 8, y claro, era muy pronto para cenar, al menos en Bcn La nuit, así que nos vamos a tomar algo y volvemos a las 22:10 hs:
- Buenas noches, Señor maître, tiene usted mesa para dos gentiles señoritas? -
- Las señoritas gentiles (no confundir con "genitales") tienen reserva? -
- No!-
- Un momento, que se lo miro... -
Y yo pienso: Me va a mirar, el qué?? O sea, que no hay mesa, no??? Grrr
Efectivamente, no había mesa.
Total, que nuestras fondues se fundieron en el averno de la frustración y mi voraz apetito nocturno... no puedo con la vida.
Pero como bien dice el refranero popular: "un clavo saca otro clavo", y justo a unos 100 metros del "averno de las fondues" descubrimos un magnífico restaurante oriental de reconocido prestigio.
No gastaba yo muy buen humor en ese momento, pero todo cambió radicalmente al acceder al interior de ese MARAVILLOSO restaurante, decorado con espléndidos tapices, mullidos cojines, vajillas pintadas a mano y repleto de aromáticas velitas e inciensos que te transportaban de inmediato al país de las Mil y una noches.
Qué champiñones braseados, qué Cous cous, qué tajine de cordero, ciruelas y piñones, qué trufitas de chocolate, qué vinito, qué té moruno... qué todo... Qué cenas tan espléndidas nos regalamos Mar y yo!
Y es que, a pesar de todo, yo siempre lo he dicho y cada día con más motivo... a mí, que me pongan ¡Mirando Pa´Oriente!
Esto... mirando pa´Oriente??? :$
ResponderEliminar